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Formación online. ¿Qué tipos existen?

En la formación tradicional se ha abierto una ventana por la que los nuevos aires digitales han entrado para revolver los antiguos papeles y quedarse… ¿Para siempre? Parece que cuando nos ha dado tiempo a acomodarnos a una nueva metodología surgida del híbrido de lo tradicional y la aplicación de las nuevas tecnologías, surge una nueva plataforma de formación online, un nuevo dispositivo o un nuevo modo de conexión que invalida todo lo anterior.

¿Estás listo para participar en esta carrera de fondo de alta velocidad? El pistoletazo de salida ya sonó hace tiempo, así que si no te has puesto en marcha aún… ¡Te recomendamos que subas al tren lo antes posible! La formación tradicional pronto formará parte del pasado.

Ahora bien, ¿por dónde empezamos?

CONTENIDO

¿Qué es la formación online o eLearning?

Muchos creen que la formación en línea, formación online o elearning se basa en la digitalización de contenidos y la sustitución del manual enviado por correo tradicional en la formación a distancia, por un pdf que se puede descargar desde el ordenador. Los malos hábitos y la participación de no expertos en el sector han avalado esta creencia con sus malas prácticas. No obstante, estamos aquí para dar un poco de luz al asunto.

eLearning proviene de la unión de “e” (de electronic, electrónico en inglés) y Learning (aprendizaje). Literalmente, se puede traducir como «aprendizaje electrónico». Y no es casual que se hable de aprendizaje y no de formación, porque en el eLearning, el protagonismo cambia de manos:

Frente a un profesor que lleva la batuta de la formación en el aula e imparte sus conocimientos ante un auditorio pasivo, nos encontramos ahora ante un aprendiz activo, que decide lo que quiere aprender, cómo desea aprenderlo y en qué momento.

De esta manera:

  • La formación online convierte así al profesor en un guía. Deja de ser quien imparte el conocimiento para ser quien aclara dudas, indica caminos y pone foco en lo importante.
  • El aprendiz se convierte en constructor de su propio conocimiento. Relaciona ideas, construye conceptos, responde a sus propias preguntas, colabora en equipo y aprende con la práctica.

¿En qué consiste un curso online?

Si hemos descartado al principio que un conjunto de pdfs colgados en internet configuren realmente un curso de formación online… ¿Qué lo conforma? La respuesta a esta pregunta depende de a quién se la formules. Por ejemplo, la Fundación Tripartita trabaja en la dirección de establecer unos criterios estándar. El objetivo es que quede bien definido cómo debe ser un curso electrónico merecedor de ser respaldado con sus fondos y cómo no:

  • El número de horas de estudio.
  • El establecimiento de un índice claro e interactivo de contenidos.
  • La inclusión de foros de debate.
  • La interactividad de las pantallas.
  • La autoevaluación y la evaluación continua.
  • El estudio lineal que sólo permite pasar al nivel siguiente tras superar el anterior.
  • La tutorización.
  • El tiempo máximo de estudio del curso.
  • El seguimiento estadístico de los alumnos.

Estos son algunos de los aspectos que se contemplan. Sin embargo, si nos trasladamos al mundo de los MOOCs (Masive Open Online Courses, o cursos en línea abiertos y masivos lanzados por las universidades en formato gratuito), el criterio cambia. En este caso no es necesario que un alumno complete el curso; cada uno puede seleccionar sólo la parte que le interesa. Tampoco todos tienen una fecha de apertura y de cierre o una duración determinada, ni la evaluación es siempre necesaria.

Los contenidos se imparten en vídeos de dos minutos y el peso del aprendizaje se basa en el intercambio de conocimientos entre alumnos que acceden desde cualquier rincón del planeta. ¿Cuál es entonces la principal diferencia?

Diferencias entre formación online y MOOCs

Formación Online. El alumno es tratado como de costumbre, es decir, como una persona dependiente del proceso y que debe seguir sus pautas al completo para ser formada de manera pasiva.

MOOCs. La persona es tratada como responsable de su propia formación (se le permite tomar decisiones y asumir responsabilidades).

En el campo de la formación empresarial, los MOOCs se convierten en POOCs (la M de Masive pasa a ser la P de Private, porque en lugar de estar abiertos a todo el mundo, su acceso es restringido a los empleados de la compañía, y no siempre a todos).

La formación no sólo puede ser accesible desde el ordenador. Con la aparición de tabletas y móviles, los cursos en línea y las páginas web de pronto vienen con apellido: “Responsive”. No es que te respondan o no. Es que ahora se ven de manera adecuada en función del formato de pantalla con que se consulten los contenidos. Las páginas web antiguas no redistribuyen sus contenidos y mantienen un tipo de letra que en la pantalla de un móvil se ve diminuta. Los cursos en línea, hechos hasta el momento en flash, simplemente no se abren en las tabletas. La conversión a html5 ha sido la pauta, y maquetadores y diseñadores de contenidos han tenido que reinventarse para alcanzar de nuevo el alto nivel de pericia que procesaban con las viejas herramientas.

Pero no sólo el diseño se ve afectado. Los contenidos también se adaptan al formato móvil, porque nadie (o casi nadie) se lee un pdf de 200 páginas en el móvil. ¿Qué hacemos entonces? Troceamos la información en pequeñas píldoras de conocimiento asimilables en momentos de “espera”, creando así lo que se conoce como “microlearning” (o aprendizaje micro), que puede tener lugar en el metro, en el autobús, en la cola del súper, en la sala de espera del dentista… Desde la pantalla de nuestro teléfono.

Cualquier momento es bueno para aprender, por ejemplo, que “actual” en inglés significa “real” y no “actual” como en español, o que “actually” significa “en realidad”, no “actualmente”. Hemos elegido este ejemplo no por casualidad, ya que la formación a través del dispositivo móvil o mobile learning, que emplea este formato de micropíldoras, está triunfando en el sector del aprendizaje de idiomas.

¿Más tipos de formación online?

¡Claro! Esto no ha hecho más que empezar. Pasamos a la realidad virtual (RV) y la realidad aumentada (RA). Entran en juego otros dispositivos como las gafas de RV y RA. Las más básicas son de cartón y permiten utilizar el dispositivo móvil como pantalla. A través de la instalación de una app en el móvil y su correcta ubicación en las gafas, podremos acceder a una experiencia inmersiva (donde un escenario en 3D nos envuelve por completo) o a una realidad aumentada (donde “piezas” o “textos” de realidad virtual se superponen a la visión de la realidad cotidiana para darnos información adicional sobre ella).

¿Utilidades en formación? Una sustitución de los antiguos simuladores (como los de vuelo) para convertirlos en una experiencia inmersiva completa. O bien una mini guía escrita y gráfica superpuesta a la realidad para saber cómo operar paso a paso sobre el motor de un automóvil que tenemos delante, y al que, por ejemplo, hay que repararle una pieza.

Entramos entonces en el terreno del aprendizaje ubicuo. Es decir, el que tiene lugar en el momento que se necesita y en el lugar que se necesita. Los relojes inteligentes, por ejemplo, pueden aportar información sobre el ritmo cardíaco a un atleta durante su recorrido y en plena marcha, permitiéndole hacer correcciones en la velocidad de su carrera. Las zapatillas deportivas nos informan del número de pasos dados por metros recorridos, para conocer en el momento el alcance de nuestra zancada.

Conclusión

Como vemos, la digitalización de la formación está realizando un recorrido veloz. De la inclusión de los ordenadores en las aulas, para continuar impartiendo la formación como siempre con el apoyo de una pantalla, hemos pasado ya a encontrarnos inmersos en entornos completos simulados, como una ciudad romana construida en 3D por la que podemos pasear, conocer sus estructuras, las costumbres de sus gentes. Y lo último en esta tecnología, interactuar con otros usuarios reales que están conectados en ese mismo instante desde cualquier parte del planeta a ese mismo entorno virtual.

El dilema está servido para los responsables de formación de RRHH. ¿Queremos empleados obedientes a los que hemos contratado porque sabemos que no darán problemas, o buscamos personas con autonomía, criterio propio y creatividad que si bien pueden sacar el pie del tiesto, serán capaces de llevar con éxito a la compañía a terrenos aún no explorados por la competencia? Cada estilo de dirección impone su tipo de empleado, y cada empleado requiere su metodología de formación.

Ambas fórmulas funcionan de forma simultánea en el mercado de la formación, y cada una tiene sus seguidores y detractores.

Con todo, si aún eres de los que lees un libro de papel en el metro… ¡Siempre sabes que no te vas a quedar sin batería en el trayecto!

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